Cada lustro o década viene escudado por una “boy band” estelar que consigue
conquistar especialmente a los más jóvenes de la casa. Si los Jonas Brothers
imperaron en 2005, a partir de 2010 hicieron lo propio los británicos
«One Direction». El originalmente quinteto londinense consiguió triunfar
comercialmente hablando gracias al punch pop de sus canciones, y el
carisma de sus cantantes, especialmente el de su integrante más célebre: Harry
Styles.
Foto: Columbia Records
Aprovechando la separación (meramente temporal) del grupo, Styles publicó el
pasado viernes su álbum debut en solitario. Éste es un disco homónimo
producido por un cuarteto de lujo (Jeff Bhasker, Alex Salibian, Tyler Johnson, Kid
Harpoon) cuyas letras fueron compuestas especialmente en un viaje que el
británico realizó a Jamaica. Por sorprendente que parezca no existe un radical
acercamiento al sonido electrónico al que tanto se están aferrando actualmente
los artistas más mediáticos del momento. En “Harry Styles” se nos muestra unas
melodías de carácter mucho más clásico, llegando a juguetear incluso en alguna
pieza (‘Kiwi’, principalmente) con aquel deje rockero tan propiamente “Miles
Kane”. Pop noventero rezuma prácticamente por todos los poros, exhibiendo
cálidos cortes que se asemejan en muchos puntos a los enarbolados por James
Bay. Incluso el risueño Styles se atreve a coquetear con baladas de corte acústico,
Como con una ‘Two Ghosts’ que sospechosamente recuerda demasiado a las
obras más íntimas de Ryan Adams. La letra de la misma hace una visible
referencia a la relación que el apuesto artista vivió años atrás con la célebre pop
star Taylor Swift.
Foto portada: Columbia Records