Música y moda siempre han ido de la mano. Es más, en las mejores escuelas de moda y diseño nunca falta la asignatura de “Fashion, music and films”. Ahora, además, los festivales de música (menos mi adorado Glastonbury) son el lugar idóneo para lucir palmito y outfit. No es materia, como antaño, de coolhunting o cazatendencias, sino más bien una ocasión para ponerse lo que a uno le plazca y demostrar que sí, que una puede ser (o no, para gustos colores) una it-girl. Y de dónde nutrirse para realmente hacer que chicos y chicas se vuelvan la espalda al vernos, ya no sólo en el césped artificial del Sónar o en la gravilla de otros festivales, pues nada mejor que en el Lost & Found. Porque, como en cuestión de música y cine, hay mucha oferta gracias a la demanda. Pero los amantes del vintage del bueno, o nos vamos a los mercadillos de las capitales de Austria, Inglaterra, Francia… o mejor compremos por eBay. Si una pieza como mi reciente adquisición en Flo Vintage (Schleifmühlgasse 15 a / www.vintageflo.com) en Viena hace unas semanas, tiene -y te lo pueden demostrar- casi 100 años, una apoquina con gusto, pero por vestidos de firmas populares de hoy en día, troqueladas mediante plancha, lavadora y arrancar (ese es el primer paso) la etiqueta, no me voy a gastar 50 euros.
En Lost & Found (lostfoundmarket.com) eso lo respetan al 100% y lo tienen tan claro que controlan que todo sea realmente usado y, a poder ser, de antaño. Esta pasada edición (hay cuatro al año), coincidía con el Sónar en Barcelona, mientras que en Madrid tuvo lugar a principios de junio. ¿Arriesgarse? De eso se trata. Y lo lograron. Muchos alternamos los dos acontecimientos y yo, para mi botín, me hice con un vestido de lunares, un cojín con matrioskas y un kimono de seda. Me gasté, en total, 80 euros. Participar y vender en él es algo que llevo soñando hace tiempo (una, que acumula ropa y desde los 18 usa la misma talla), pero en este mercadillo repleto de tesoros la mesa para vender se otorga mediante un sorteo entre aquellos que se inscriban previamente en la web.
¿Verdad que era un incordio ir a clase y encontrarse con tres chicas llevando el mismo jersey? Nunca he seguido la moda, más bien tengo un estilo propio y creo que es gracias a todo lo vintage que acumulo (a veces mataría a mi madre, cuando miro fotos, porque varias prendas no las haya podido heredar. ¿A quién narices se las dio? ¡Ni se acuerda!), además de todo el cine y música de los que me empapo. Swinging Sixties, esa sería mi era… y es la que puedo vivir en cada edición del Lost & Found. A ver, señores diseñadores, admítanlo ya, la nostalgia es tendencia.
Fotos: Anna Tomàs